viernes, 31 de julio de 2015

El problema de la sobrepesca


El homo sapiens sigue siendo un cazador recolector en el mar, y durante siglos ha parecido como si la explotación pudiera continuar expandiéndose indefinidamente. La caza en los continentes se ha reducido inmensamente, pero los océanos, que cubren el 70% de la superficie terrestre, parecían una inagotable cornucopia de la abundancia. Sin embargo, esto ya no es así. Unas especies tras las otras se encuentran en decadencia, a medida que la pesca abusiva deviene crónica en la mayoría de los mares del mundo.

El 20 por ciento de la proteína animal que consumimos proviene del pescado, pero sólo se pescan mayoritariamente una cuarentena de especies. También se capturan moluscos (calamares, mejillones, etc), crustáceos (gambas) y mamíferos (ballenas). La tercera parte de las capturas se utilizan para la fabricación de piensos y abonos.

El sistemas de pesca tradicionales (anzuelos, redes arrastradas por dos barcas) han sido sustituidos por los modernos palangres con miles de anzuelos y por redes de kilómetros de largo (ver figura).

Además, la utilización de tecnologías sofisticadas (radar, sonar, satélites) ha ayudado a hacer más eficiente la pesca, pero ésta, después de alcanzar su producción máxima en 1989 ha empezado a decaer. En la actualidad, la sobreexplotación amenaza con el agotamiento de las reservas ya que se pesca a un ritmo superior que la tasa de renovación de las especies. Algunos mares y algunas especies se encuentran particularmente en dificultades. (Mediterráneo, Atlántico Norte) y algunos caladeros han tenido que cerrar.

Además de la sobreexplotación hay otros tipos de peligros para los recursos pesqueros como la degradación de las zonas costeras, la contaminación de las aguas (metales pesados), vertido de aguas residuales humanas que provocan la eutrofizació de las aguas y la formación de mareas rojas (proliferación de algas rojas oportunistas que contienen toxinas), etc.

Es necesario, pues una legislación a nivel mundial que controle los recursos pesqueros. La Ley de la Convención del Mar (1982) firmada por 159 países ha llevado a la adopción de Zonas Económicas Exclusivas (ZEE), que se extienden a 200 millas de las costas nacionales. Las ZEE dan derechos de soberanía a los estados costeros sobre toda la pesca, lo que representa que el 99% de las capturas mundiales son bajo jurisdicciones nacionales. Esto ofrece 1'oportunitat de acabar con las disputas sobre la pesca, aunque no ha tenido como resultado una mejor gestión de los stocks, y ha dado a algunos países poco desarrollados más acceso y control sobre los recursos marinos en sus ZEE. Más allá de las 200 millas establecen cuotas de pesca que marcan los límites de pesca anual de las especies, pero las flotas pesqueras de altura de Japón, de Europa y de Estados Unidos continúan pescando atún y otros pescados migratorios más allá de estas cuotas. El arrastre de redes en el Pacífico, sobre todo por parte de la industria pesquera japonesa, ha conseguido una intensa crítica intemacional.

Las perspectivas de futuro para las pesquerías no son nada halagüeñas. Hay que poner en funcionamiento proyectos de gestión factibles de inmediato, puesto que los medios de subsistencia de millones de personas dependen de este equilibrio. Hay que fijar vedas que impidan faenar durante la época de reproducción de los peces, paradas biológicas que permetisquen recuperar los bancos de pesca en peligro de desaparición, limitar el tamaño mínimo de la malla de las redes (pezqueñitos no, gracias) prohibición efectiva de arte de pesca destructivas, etc.

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